Si al terminar de leer esta posta no he dicho lo contrario, todo fue bien y no tuve que dejarme ver.
Con ganas me iba yo a Madrid, claro, pero por circunstancias de la vida no puedo ir hoy y he de esperar hasta mañana sábado haciendo antes una ruta como las del baúl de la Piquer… Casi es mejor así, porque no veáis el coraje y lo mal que me siento cuando no dejo dormir a #L con mis ronquidos, así que le regalo dos noches de calma, la de ayer jueves y la de hoy viernes… pero el sábado… el sábado se acabó la tregua… jisjis…
Y conste que lo de la cena no hubiese estado mal, pero no me apetecía gastarme 30 lereles por cenar mal y quedarme con las ganas de beberme todo el bar. Mejor me lo ahorro, que no está la economía para fuegos artificiales y prefiero gastármelos en otras cosas… Además, la conversación iba a girar, sin duda, al hecho de que una de mis alumnas (si, una alumna, que en ocasiones tengo una cosa profesional de enseñar) decidiese tirarse, con 50 años, por la ventana hace unos días: aterradora manera de perder la vida. Y es que no somos nadie, como dijera el otro. Ya no es que te tires por la ventana, es que se te cae un tiesto encima, te atropella un coche, te da un ataque al corazón o alguna tontería así, y ya lo has visto todo, sin más. Menos mal que no tenía apego por la señora, la verdad, porque si no me da un pasmo… Que nos sirva esto para aprovechar la vida, que son dos días, y no dejar que nos amarguen cosas como las religiones, los moralistas y demás calaña… Gentes, carpe diem, que todos son días de celebración.