En orden a (y esto no es un anglicismo) no ser acusado de ser misógino, que muchos me lo echan en cara, abrimos un capítulo más de la historia del pecado nefando pero dedicado esta vez a las bolleras, que ya lo tienen jodido por ser mujeres y si encima les toca ser bolleras ya ni te cuento…
Va a estar complicado, porque las mujeres siempre han sido muy discretas en estas lides y han estado muy sometidas por el macho alfa heterosexual durante miles de años, así que si ya es difícil encontrar a un maricón entre las filas de la aristocracia inglesa del XVII (porque hoy en día no tiene mérito, chica) no me quiero ni imaginar de donde voy a sacar yo bolleras de las antiguas… Dicho esto, se admiten sugerencias (¡por piedad!) a las, me temo, pocas bolleras que lean esta bloga tan falófila, falócrata y faloderivada.
Hoy, y cayendo en el tópico más típico, empezamos la lección con la bollera que vivió en la más célebre isla bollo del Mediterráneo: Safo de Lesbos... Más lesbiana que esta no la hubo.
La chavalita, que se llamaba Sapfo, pero bueno…, era, como muchos ya sabréis, una célebre poetisa en su tiempo allá por el 600 antes de nuestra era. No nos ha llegado apenas nada de lo que escribió, que fue mucho, y aún se siguen sacando cosas del olvido (lo último en 2004, cágate lorito, después de 2600 años de nada).
En su poesía se narran amores lésbicos, o sea, amores en Lesbos, y son entre dos mujeres, aunque no hay mucha explicitación sexual,… es todoooo… como bonito y tal… Tenía una especie de círculo académico con otras mujeres con las que componía poesía lírica, o sea, poesía para cantar con lira como veréis en esta afoto...
Si queréis guarrerías os buscáis grafitos en Roma o epigramas griegos, como este de Calímaco de Cirene…